La voz es cuerpo, no solo es parte de este y su prolongación sonora sino que es a través de la voz que el cuerpo busca una reflexión sobre sí mismo, sobre su acontecer y transcurrir, sobre su gozar y su doler. La voz es palabra que a su modo es texto. Y aquí suceden cosas fundamentales a tener en cuenta: “texto” y “textil” comparten origen en su historia como palabras. Ambas vienen del verbo texer, que significa tejer, trenzar y entrelazar.
A su modo, Voz pública cumple cabalmente con el principio de trasladar y enlazar el texto al textil de manera exponencial a partir del trenzado de voces de muchas mujeres que se hacen un solo cuerpo colectivo materializado en los espacios compartidos donde se corta, se borda y se vuelve a unir pieza con pieza hasta dar origen a un textil que acomete su función de cuidar el cuerpo en un sentido germinal: lo arropan, lo delimitan, lo sugieren y lo hacen visible.
Dora Bartilotti parte de las múltiples posibilidades en las que la materialidad del texto y el cuerpo se recombinan y fusionan. Busca reinsertar el cuerpo de una manera transgresora y desafiante en el espacio urbano.
Voz pública es testimonio, rastro, mapa y manifiesto. Es un límite y una decisión. No solo es el cuerpo de una mujer, es un cuerpo colectivo integrado por las palabras de muchas, por el hilar y deshilar de varias que juntas hacen un grito que dice estamos vivas, cuyo deseo es reescribir la forma en que ocupan el espacio y la ciudad.
Voz pública es un texto hilado, un patrón que se fortalece en su producción y enlace, en su reproducción y cableado. La tecnología que la artista y las muchas mujeres que colaboran con ella, no es solo la tecnología de la aguja y el hilo, es la tecnología de estar juntas, un arma tan poderosa como amorosa que nos regresa a la vibrante voz de la colectividad.
Mónica Nepote