Apertura de exposición. La muestra pone en conversación la obra de Rosa Elena Curruchich (San Juan Comalapa, 1958-2005) y Angélica Serech (San Juan Comalapa, 1982). De origen Maya Kaqchikel, ambas artistas guatemaltecas se han caracterizado por crear un camino propio, ensanchando las tradiciones y lenguajes artísticos. Sus obras reflejan las historias de un pueblo y las luchas de mujeres que abren el paso para quienes vienen después.
Rosa Elena Curruchich es reconocida como la primera pintora mujer de San Juan Comalapa, Guatemala. De formación autodidacta, ella empezó a pintar en los años setenta, enfrentando prejuicios y hostigamiento debido a la tradición masculina en esta disciplina en su comunidad. El formato de sus piezas, realizadas en miniatura, le permitió producidas en secreto y transportarlas de forma discreta durante la guerra civil en Guatemala (1960-1996).
Angélica Serech es tejedora, aprendió en su entorno familiar diversas técnicas de brocado y la producción de huipiles. También oriunda de San Juan Comalapa, en sus piezas expande el uso tradicional del telar al introducir materiales como cabello humano, madera, hilos metálicos y otros elementos orgánicos. Sus obras subrayan la importancia de lo comunitario y el acompañamiento entre mujeres.
La muestra reúne 75 pinturas de Rosa Elena Curruchich, producidas entre 1979 y 2003, y es la presentación más extensa de su obra realizada hasta la fecha. Su primera y única exposición la realizó en la Alianza Francesa de Ciudad de Guatemala en 1979. Sus pinturas registran vida familiar, celebraciones y vínculos comunitarios, destacando el rol de las mujeres en los procesos de organización social indígena.
Angélica Serech, por su parte, exhibe esculturas producidas en las últimas dos décadas: textiles realizados en gran escala, algunos de ellos creados en diálogo con la historia, fuerza y colores de las pinturas de Rosa Elena. Los nudos, amarres y trenzas en la superficie de sus esculturas evocan la geografía y los desplazamientos migratorios –los surcos de la agricultura y los caminos humanos– pero también la memoria del cuerpo y la fragilidad de la piel.