Esta constelación de objetos busca romper, con profusión salvaje, las superficies ordenadas de los muros del museo y domar, desde todos los planos, las cosas que aquí han vivido. La obra trata de un ejercicio tanto de registro como de reconstrucción, en el que las criaturas y objetos que han moldeado este espacio están juntos narrando tiempos, lugares y significados comunes.
El móvil, además de su condición cinética, anima también el espacio vacío de los intersticios que separan a todas estas entidades entre sí, revelando una arquitectura más grande y variada, en donde lo que transgrede los límites de la imaginación es precisamente la asociación libre, la yuxtaposición inusual y la proximidad repentina de cosas que no tienen relación aparente. El mero ejercicio de enumerarlas y colgarlas todas juntas, tiene en sí mismo un poder de encantamiento propio, y contiene una precisión universal.