Los proyectos culturales nacen con grandes expectativas, algunos de ellos se consolidan a través de la constancia y la dedicación, pero en el camino, también una gran cantidad desaparecen y dejan de ser referentes. Este año, nuestro querido FITU, el Festival Internacional de Teatro Universitario de la UNAM desarrolla su edición número treinta.
Al entrar a la edad de los treinta años entramos a una edad de alguna manera madura, en la que adquirimos identidad a través de una voz con rasgos más claros y acciones que se sustentan en una línea de trabajo, que nos encaminan a la consolidación. Contar con treinta ediciones nos compromete a pensar en una construcción de Festival fundamentada en la conceptualización de ejes de programación conscientes y constantes, pero siempre abiertos a la escucha y a la construcción en colectivo.
Celebrar el XXX FITU es un logro de todas las personas que han creído y trabajado en el festival, aquellas que lo han pensado, soñado, amado o que han confiado en sus convocatorias para participar y presentarse, acudiendo a su llamado e invitación. Este Festival es una apuesta que ha hecho la comunidad teatral universitaria, tanto de la UNAM, como de los ámbitos regionales, nacionales, y también de las colaboraciones internacionales que han dado fe de ediciones y acciones emblemáticas. Su nacimiento y trayectoria, así como el paso de festival nacional a internacional, son muestra de su evolución.
Lo anterior nos convoca a seguir construyendo un universo colectivo, en el que encontremos una emoción genuina y pulsante que nos invite a participar y a pensarnos como parte de la comunidad teatral y de una disciplina tan viva, comprometida y necesaria como lo es el Teatro.
Construir un festival se sustenta en razones muy bien pensadas, pero también en afectos. Necesita ser muy consciente para quiénes se hace y bajo qué objetivos nace y cuál será su posible trayectoria para consolidarse. El FITU nació, por un lado, para ser una plataforma de impulso, reflexión y estímulo para y por los estudiantes de teatro y artes escénicas, así como para generar una ventana desde donde se pueda observar lo que acontece dentro de las escuelas de teatro y en correlación generar entre ellas vínculos entre docentes, alumnado, especialistas y personas dedicadas a la investigación.
30 ediciones del FITU nos obligan a preguntarnos si hemos cumplido con dichos objetivos, así como también nos provocan a reflexionar sobre los caminos diversos que debemos fortalecer en el FITU del futuro, en el #FituDeseado. Las escuelas y las universidades nos enseñan la importancia de construir voces propias sea de opinión o de creación, pero también a que las colectividades y comunidades tienen valores y fuerzas profundas, más aún si hablamos de la disciplina teatral, cuyo primer motor es el SER en colectivo.