La pieza revela el cuerpo como sección de una maquinaria colectiva: la máquina del deseo. Se juega con la sincronía como ideal del funcionamiento de estas máquinas y a la vez se muestra lo eminente: el fracaso. Se trata de una tensión entre sincronía e ironía; la complejidad del encuentro entre todas las máquinas cada una con su función, cada una con su deseo, es lo que revela nuestra naturaleza.